Dada la sociedad que tenemos hoy en día, los valores que una persona puede albergar son de vital importancia para un contínuo crecimiento y desarrollo en armonía y plenitud.
El poseer valores permite que una persona tenga una plena realización personal, sustentada en un sí mismo sólido, con auteticidad y autoestima, pero también, permite activar la convivencia con otros, en base a la colaboración, aceptación y comuncación fluida, trascendiendo el sí mismo de forma unificada a una consciencia social.
Pero el unificar ambas dimenciones donde se forjan los valroes, tanto a nivel personal como social, es algo complejo en los tiempos actuales; tiempos que no dan los espacios para que estos valores como tales sean transmitidos en las familias.
Ante esto, se puede generar una vinculación con los niños que permita formar una estructura interna que albergue criterios asertivos y adecuados para construirse como individio, aprendiendo a ser él mismo, integrando a la vez, el ser con los demás, es decir, enseñar al niño a convivir con una consciencia social activa.
Existen en el Sistema Floral de Bach, ciertas esencias florales que permiten activar las virtudes que hacen consciente el desarrollo de estos valores, por ejemplo, Larch, la floral del alerce, permite activar la la consicencia de uno mismo, a través de sentirte capaz y confiado, desplegando el amor interno por uno mismo; o bien, Crab Apple, la floral del manzano, permite la autoaceptación y construir una imagen de sí mismo fortalecida. Luego, al forjar la conexión con uno mismo desde estos espacios, genera que en lo externo, desarrollemos una conciencia social donde los valores como el amos incondicional, trabajadas por la floral de Chicory, o bien, el valor de la justicia, desplegada por Vervain, genera una intgración valórica que permite apoyar al menor en su preoceso formativo.
De esta manera, lo valores tales como la autenticidad, la responsabilidad, la verdad, uniéndose con el respeto, tolerancia, amor, permiten desarrollar de forma unificada un aprendizaje que perdura en la adultez, albergando desde edades tempranas, una semilla que trasciende a una mirada solidaria y comunitaria contínua.
Edward Bach al postular su filosofía floral, propone cinco pilares funadamentales que contemplan un desarrollo del ser humano en valores; especificamente el principio I que contempla una real conexión con nuestra divinidad y un sí mismo fortlecido, y el principio V, que nos enseña la importancia de la unidad de todas las cosas, de cómo construimos relaciones afectivas de forma integrada.
Finalmente, ambos prinicipios fundamentales, nos permiten comprender que adquirir los valores es un aprendizaje, en cuanto el puente es una familia que planta la semilla que permite cosechar estructura, consciencia social y creiterios adecuados paraser y estar en el mundo.
Ps. Stefania Pietrantoni Ciuffardi.