La regulación emocional y modificación cerebral

La regulación emocional y modificación cerebral:

Hoy en día las Neurociencias han apostado por el incansable estudio e investigación del cerebro, órgano orquestador de la totalidad de las funciones del cuerpo y mente, y por ende, de los logros y capacidades del ser humano.

Uno de sus principales focos de estudio han sido las emociones, y sus incidencias en este órgano orquestador, llegando a concluir, que una buena regulación emocional genera el ambiente más propicio para el desarrollo cerebral de una persona.

Esto nos lleva a comprender, que en otro lado de la moneda, es decir, en presencia de estrés (entendido como ausencia de armonía) el cerebro puede ser modificado de forma permanente e irreversible, por el resto de la vida de una persona.

Ahora bien, considerando que en la infancia es el momento en que el ser humano adquiere las pautas de crecimiento y regulación emocional, también existe una disposición ideal para desarrollar en plenitud y armonía nuestro cerebro, por lo que es en esta etapa vital, el momento donde se pueden ir instalando las dificultades para un óptimo desarrollo.

Cuando entonces hay estrés en la vida de un niño, sobre todo el estrés crónico y crítico en el tiempo, el cerebro recibe el total impacto, y es capaz de teñir el comportamiento de éste para la vida adulta, generando directas implicancias en el ámbito afectivo, cognitivo e incluso conductual de una persona.

Es aquí donde podemos comprender la importancia de enseñar una buena regulación emocional desde edades tempranas, pues si un niño puede ir incorporando estrategias para elaborar su sentir en la medida que va apareciendo, logrará instalar una matriz de apropiados ejercicios para manejar el estrés en su vida, y un cerebro libre de desarmonías que afectan la homeostasis interna.

De lo contrario, cuando un menor está en constate amenaza, por vivir cuidados inadecuados, tales como violencia, abuso, o incluso negligencia, lo que genera es una modificación en los Sistemas de alerta de su cerebro, encargado de alcanzar la tranquilidad interna. Por esto, se viven desregulaciones cuando se siente miedo o rabia, generado a la base funcionamientos ansiosos y de constante hipervigilancia, desgastando constantemente al niño no sólo energéticamente, sino que también cerebral y corporalmente hay un sobreesfuerzo por mantener la calma, logrando sin frutos esta tarea primordial en la infancia.

En conclusión, un buen cuidado en la infancia es protector de modificaciones adversas en el cerebro, pues un niño que aprende a regularse, genera posteriormente adultos que pueden lidiar de mejor forma con las demandas del mundo, causantes del estrés mental y emocional; o bien, un apego que genere estabilidad emocional en el niño, activará la capacidad de poder enfrentar el estrés cotidiano, y protegerá al cerebro de verse propenso a desarrollar alteraciones importantes que tengan trascendencia en la vida adulta.

 

Ps. Stefania Pietrantoni Ciuffardi

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